Sección de Enseñanza de Valencia

Sindicato de Oficios Varios de Valencia (reconstituido en abril de 2009)

VAGOS

Hace poco tuve la oportunidad de presenciar una sesión de evaluación en un centro de secundaria. En ella, a la hora de analizar el fracaso escolar de un alumno considerado por la mayoría de profesores como inteligente siempre se llegaba a una conclusión unánime: es vago. La verdad es que no era un análisis muy profundo pero sí cómodo porque libraba de todo sentimiento de culpa a los profesores sin la necesidad de hacer algo al respecto.

No voy a culparles. Al fin y al cabo la formación pedagógica de los profesores del Estado y las condiciones en las que tienen que trabajar (con muchos alumnos a los que atender y pocos recursos) no dan para mucho.

No obstante, unos días después oí el mismo argumento en la facultad, en boca de un profesor licenciado en Pedagogía. Por supuesto, la mayoría de mis compañeros aceptaron el supuesto hecho de que ante la actitud estos alumnos nada se podía hacer. Entonces ¿para qué estamos estudiando Pedagogía?

Como yo todavía creo en las ciencias de la educación voy a invitar desde aquí a los profesores a que se hagan una pregunta ¿tiene lo que estoy enseñando alguna utilidad? Seguramente la tendrá, aunque es posible que muchos no se lo hayan planteado nunca o por lo menos no recientemente. Una vez descubra o recuerde el profesor qué utilidad tiene lo que enseña debe hacerse otra pregunta ¿tiene lo que estoy enseñando alguna utilidad para la persona a la que se lo estoy enseñando? Aunque es una pregunta mucho más difícil de contestar afirmativamente, porque requiere un ejercicio de empatía para con el alumno, estoy seguro de que se obtendrá el resultado esperado. Entonces llega la tercera y última pregunta ¿Cómo puedo hacer entender al alumno que lo que le quiero enseñar es realmente útil para él?

No hace pocos años (por eso tal vez se ha olvidado), Rousseau decía en el Emilio que para que un niño aprenda algo basta con que necesite aprenderlo. Entonces no hará falta forzarlo. Él mismo tomará la iniciativa. Ahí está la respuesta a la tercera pregunta. Y si el profesor decide hacerse de ahora en adelante estas preguntas antes de entrar en el aula tal vez descubra que no hay en ella alumnos vagos sino desmotivados.

Para más información recomiendo la lectura de Motivar para aprender en el aula, de Ian Gilbert.

Fdo: Hombre Gato.

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